¿Debo enterrar mucho o poco mi planta de eucalipto en el monte?

A la hora de ejecutar una repoblación en el monte es importante colocar la planta en el terreno de la forma adecuada para evitar, por ejemplo, que las raíces queden al descubierto y expuestas a la sequía o que la planta quede torcida, dificultando el crecimiento vertical de la raíz pivotante.

 

Una vez tenemos el terreno preparado y el subsolado listo, para plantar, la práctica habitual es hacerlo con un pincho, que crea un hueco en el terreno para la colocación del cepellón. Es importante que el cepellón quede vertical, para que las raíces se desarrollen correctamente, y también hay que evitar errores en su enterrado.

Si la planta queda torcida dificultaremos el crecimiento vertical de la raíz pivotante, lo que hará que nuestro árbol quede más expuesto a torcerse en caso de vientos fuertes. Tampoco se desarrollarán de forma adecuada el resto de raíces, por lo que nuestro eucalipto no aprovechará de forma óptima todos los nutrientes del suelo y su crecimiento será menor.

 
«No se debe plantar la plántula torcida, ya que puede comprometer su desarrollo»
 

Al plantar la plántula, se debe tener cuidado de que el extremo de la raíz no sea curvo con el fin de evitar su crecimiento irregular. De lo contrario, la raíz puede ser estrangulada, comprometiendo el desarrollo de la planta, que puede causar la muerte de la planta a largo plazo. Conviene también pisar el terreno tras la colocación del cepellón, si bien evitando una compactación excesiva que haga que el agua tenda mayor dificultad para filtrarse en el terreno.

 

Enterrar el cepellón sólo 3 cm

Otro aspecto importante es cuánto enterramos nuestra planta. La figura superior indica la forma correcta de trasplante de la bandeja a la tierra. La plántula debe plantarse prácticamente al mismo nivel que el suelo. El cepellón de nuestra planta debe quedar, en el momento de realizar la plantación, por debajo de la superficie en torno a 3 centímetros.

Si el cepellón queda muy superficial, parte de las raíces permanecerán en el exterior y dejarán a la planta más expuesta a problemas como las sequías. Se trata de un cuidado importante que tiene que ver con el sistema radicular de las plántulas, cuya exposición al aire contribuye a la rápida sequedad de la zona, causando lesiones graves, que pueden causar la muerte de la planta.

 
«Si el cepellón queda superficial corremos el riesgo de que la planta seque; si queda demasiado enterrado el crecimiento será menor»
 

Por el contrario, si el cepellón queda muy enterrado, se originarán retrasos en el crecimiento de la parte aérea de la planta durante los primeros años, que como os hemos dicho en más ocasiones, son cruciales para el éxito y la rentabilidad de la plantación, ya que nos interesa que la repoblación avance en los primeros años para que se junten cuanto antes las copas de nuestros eucaliptos y no permitan salir competencia a su alrededor en forma de maleza.

Por eso, en el momento de efectuar la plantación debe evitarse tanto dejar expuesto al aire el sistema reticular como también situar la plántula a gran profundidad, prestando así atención al problema del ahogamiento del tallo, es decir, al enterramiento de parte del tallo de las plántulas. Esto puede causar también la muerte de la planta y retrasos en su crecimiento.

 

Reposición rápida de las bajas

La replantación consiste en la sustitución de plántulas muertas después de la plantación. Se recomienda replantar tan pronto como sea posible, y el período máximo no debe ser más de 25-30 días después de la primera plantación. La reposición temprana de los posibles fallos es una tarea imprescindible para lograr una plantación uniforme. Si dejamos transcurrir demasiado tiempo para esta operación las plantas repuestas tras las bajas iniciales siempre competirán en desventaja, más si no se tiene en cuenta el necesario reabonado.

 

En una plantación de eucaliptos, para garantizar un correcto desarrollo, será imprescindible efectuar una adecuada fertilización, tanto en el momento de la plantación, como en la fase posterior de mantenimiento, un aspecto, el del abonado, que abordaremos en próximos artículos.

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